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Alejandro Serrano


Alejandro Serrano

viernes, 15 de abril de 2016

Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deséamos todos....





No..... no es mi cumpleaños. Quienes tengáis curiosidad, la fecha aparece en mi perfil de linkedin, y quienes queráis indagar un poquito diré que el día exacto en que nací estoy convencido que dentro de unas décadas será estudiado en los libros de historia, como quien se aprende "12 de octubre de 1492" o "14 de julio de 1789" y no solo 1492 o 1789 (por decir dos acontecimientos aleatorios)

Pero no era de mi cumpleaños de lo que quería hablar sino de los cumpleaños en general.

En un equipo humano donde nos encontramos con una gran cantidad de personas sin cualificación académica y otros que sí la tienen hay unas cuantas cosas que podemos concluir que son absolutamente comunes a todas ellas. 
El cumpleaños es una de ellas. Podrá caer en laborable, podrá caer en fin de semana y algunos sabrán que siempre será festivo pero (salvo que alguien los cumpla el 29 de febrero y decida pasarlo al anterior o posterior), todos absolutamente todos tendrán su cumpleaños una vez al año, independientemente de su edad, de su rango en la empresa, su antigüedad y demás.


En cada sitio he visto que lo celebraban de alguna manera, incluso dentro de mismas empresas he visto que en algunos departamentos tenían algunas costumbres. Es algo que nos convierte iguales a todos y así lo concebían.

Voy a relatar cómo lo hacían en uno de los sitios por donde pasé. No por considerarlo mejor o peor que el resto, simplemente por parecerme la forma más ilustrativa.


Era costumbre, según me enteré, que cada vez que llegaba el cumpleaños de uno pagase un café y una pasta a todos los compañeros. Unos se lo tomarían con la primera pausa del día, otros esperarían al momento del bocadillo.... pero todos eran invitados.

Sin embargo requería dos acciones. La primera, ir a la máquina a por café (o lo que se quisiera sacar) y la segunda una pasta en sí.

Respecto a la segunda, los empleados acostumbraban a llevar algo sencillo de un supermercado. Comprar un surtido de pastas embolsadas podía ser una buena idea porque así se lo podían dejar al compañero sin que se manchase, cogiese porquería, etc... dado que estaba en su envoltorio. Había de todo pero era lo más común. No requería un desembolso económico elevado y sí un empeño y tiempo en irlos a comprar para tener ese detalle.

Respecto a la primera.... a veces se invitaban entre departamentos o equipos que físicamente no estaban juntos y se hacían llegar la invitación mediante alguno que se tuviera que desplazar (o bien alguien que fuese a llevar material, a recoger información o a veces incluso me pedían a mí que, si me pasaba por tal zona, hiciera de "recadero" cosa que accedía con mucho gusto para un menester como ese).
Pero evitaban eso de decir.... tantas personas, a tanto el café, y dejar el dinero completo.

No.... durante unos meses habían estado guardando calderilla para dejarle a cada uno la cantidad exacta de lo que costaba un café en la máquina y así que no se las tuviera que ver con los cambios o similar. Fue algo que me sorprendió. Nunca dejaban el doble para dos compañeros..... que si la máquina se quedaba sin cambios, ambos sin café. Se dejaba la cantidad exacta y para tener tales cambios, o habían ido a alguna tienda o banco a cambiar, o habían estado guardando calderilla. En todo caso, se habían tomado las molestias.

Creo que es un gesto simple que les honraba.


Llegó mi cumpleaños, por fechas, desde que entré en esa zona, fue de los últimos, y no quise ser menos. Además de llevar algo para mis compañeros ingenieros de otras zonas, mi jefe y demás y nos sentaríamos un ratito, otra costumbre que teníamos, estuve "atesorando" calderilla para pagar un café a todos y compré en una tienda unas pastas envueltas para repartir a la plantilla entera que supervisaba,

No fui, ni más, ni menos. En casa lo preparé en varias bolsas sabiendo para cuántas eran cada una. Se las di a los jefes de equipo y en cada una había tantas pastas y dinero como personas había en ese equipo.

A mí me había invitado la plantilla entera a café el día de su cumpleaños (como digo, por fechas había sido de los últimos) así que yo invitaba como uno más. Me felicitaron todos como a uno más y todos a lo suyo.



Dentro de lo que es un equipo humano pluridisciplinar, quizá hechos como este nos evidencian que hay muchas cosas que nos igualan unos a otros por muy dispar que sea la posición que tengamos, nuestra edad o lo que sea. Todos somos personas.








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