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Alejandro Serrano


Alejandro Serrano

martes, 12 de abril de 2016

"Ahora por t****, ahí hasta que diga yo" .... (y yo puse ojos como platos)




Dentro de todas las anécdotas curiosas que se dan en un entorno industrial, más los conceptos de carácter técnico, hay siempre alguna que mezcla la disciplina con la ocurrencia.... y no dejan de sorprender.


Sucedía que, por motivo de ergonomía, los operarios rotaban aproximadamente cada hora.
Había algunas operaciones donde no podían estar más de una hora seguida según recomendaciones de estudios ergonómicos y otras donde no había restricción alguna.

Eso sí, no había nada firmado, ni oficialmente estipulado de que se debiera rotar por operaciones. Se hacía por comodidad, por evitar monotonía, etc.... pero los propios responsables de unidad podíamos asignar a una persona un puesto concreto (y se hacía en caso de producto nuevo hasta que se acabase la curva de arranque) o similar, mientras se cumpliesen las prescripciones ergonómicas

Tener a una persona en la operación más difícil de todas.... se queda con la sensación de que está "castigado" y sabes que por un lado, si lo pones a propósito en una operación así, va a espabilar para que no lo vuelvas a hacer, pero por otro,... ojos bien abiertos que te la puede devolver.

Sin embargo, tenerla en una operación muy fácil.... es una doble faena para el operario. Por un lado, estar en una operación sencilla un rato es estupendo pero estar mucho tiempo y de forma monótona puede llegar a ser soporífero. Siempre la misma operación en la cuál con ir a un ritmo incluso menor que sus compañeros llega a trabajar sin problemas y donde en cuando vuelva a su rotación habitual le costará ese ritmo.
Adicionalmente los compañeros, a la hora de tomar el bocadillo, seguro que le mirarían de forma especial pues sabían que "algo" habría hecho como para estar ahí pero que les había eliminado la posibilidad de pasar por un puesto cómodo.


En una ocasión encontré una falta de disciplina en tema documental que nos podría poner en aprieto de cara a una auditoría: no reflejaban el rango de pedidos que realizaban en cada operación. Era obligación de cada uno apuntar el primero antes de empezar a trabajar y el último al acabar. Unos numeritos de nada pero que marcaban todo tipo de trazabilidad.

Y.... unos lo hacían, otros no y era obligatorio que lo hicieran todos.

Un viernes estuve muy pendiente de ello y observé algunas dejadeces. Lo dejé muy claro: al siguiente que cazase sin apuntar el número (y no me valía la explicación "ya lo apuntaré luego". Si no le valía al auditor, a mí aún menos), repetiría operación.

Y "más o menos" se pusieron las pilas e hicieron caso.

Pero matizo lo de más o menos.....

A última hora me paso y miro una por una todas las operaciones y un operario no lo había apuntado. Le pregunto el motivo y excusas miles.
Su jefe de equipo estaba al lado. Le digo, sin inmutarme, que el lunes, las dos primeras horas esa persona estará en ese puesto, que prepare las rotaciones contando con ese detalle.
El operario con cara de "me han pillado" pero calladito porque sabía que avisado estaba.

Y es cuando oigo un: "pues vas a estar ahí hasta el bocadillo por g**** y porque lo digo yo..... que te he avisado diez veces que lo apuntases antes de que viniera el jefe y no me has hecho caso.
Y como no te apuntes el lunes, te tendré en la misma operación el día entero".

Yo sin inmutarme pero, caray!!!!, cómo las gastaba su jefe de equipo. Le había avisado diez veces, no le habían hecho caso, yo le había cazado infraganti y a él (al jefe de equipo) le había molestado tanto que no hubiera disciplina en su equipo como que no le hicieran caso a las advertencias y recomendaciones.

Así que ante mi orden de que repitiese, él simplemente.... "la alargó".


Ni que decir tiene que el lunes, todos apuntándose. No hizo falta ni que mirase, ya les veía de lejos apuntarse al iniciar el trabajo.

Aún no sé si tenían "miedo" a que les cazase yo y les impusiera una rotación, a que el jefe de equipo se "calentase" y aumentase lo que yo dijese o ambas cosas simultáneamente.

Lo cierto es que en él y su carácter tenía un gran aliado.


Algo tan sencillo y que parecía que les costaba agarrar la disciplina se solucionó de forma radical.






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