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Alejandro Serrano


Alejandro Serrano

viernes, 12 de febrero de 2016

Ante todo seguridad... los problemas vienen hasta con lo más cotidiano




Verano, veranito... la fábrica hace su cierre habitual y da vacaciones colectivas a todos los empleados. Las sagradas vacaciones con las que mucha gente lleva esperando meses. En las semanas previas se cuentan planes. Algunos se irán a destinos un tanto exóticos, otros a destinos más próximos y otros aprovechan estos días para disfrutar con los suyos en las zonas donde tienen raíces.

Pero todo lo bueno se acaba...
Durante esas vacaciones algunos departamentos han trabajado de lo lindo. Se irán después de vacaciones o se habrán ido antes pero han aprovechado para hacer obra civil, cambio de maquinaria, etc...

Vuelta al trabajo. Estaba en turno de noche y se habían pedido anteriormente voluntarios entre los jefes de equipo de las diferentes áreas para controlar que todas las piezas estaban en su sitio, que todas las herramientas estaban disponibles (las más pequeñas se solían guardar bajo llave para evitar que se perdiesen en esas semanas) y dejar todo preparadito para que, en unas horas, acudía toda la plantilla del turno y retornaba al trabajo después de un paro prolongado.

Era a partir de ahí donde podían surgir los problemas de seguridad. Una buena parte de la plantilla tenía ya muchos años de experiencia, conocía las máquinas, los materiales y hacía muy bien su trabajo.

Además, la mejora continua, también aplicada a seguridad, prevención y ergonomía, daba sus frutos. En los trabajos estandarizados se tenía muy presente la seguridad y, fruto de ello, la siniestralidad, incluidos pequeños incidentes, había ido decreciendo paulatinamente.


Ahora bien, una vuelta al trabajo tras vacaciones es problemática porque la misma máquina puede que no esté en el mismo sitio, puede que una estantería la hayan cambiado por otra para poner más material de cara a un prototipo y además... hemos desconectado tan bien que nos cuesta acostumbrarnos.


Regla número uno. Lo primero que se hacía era tener una charla de seguridad con toda la plantilla. Repartidos por equipos de trabajo, repasaban las normas básicas (que se las sabrían pero nunca están de más) de seguridad así como era obligatorio que se familiarizasen con su nuevo entorno. Es posible que no hubiera cambiado apenas nada, o puede que muchas cosas. Ese era siempre el punto de partida.

Segundo paso. Comenzar a un ritmo de trabajo más lento durante un periodo breve. Que la plantilla se acostumbre... que todos vuelven de vacaciones. Por muchos motivos: estrés laboral, evitar defectos de calidad, evitar accidentes, familiarizarse con las nuevas herramientas, nuevo lay out de un puesto de trabajo, etc...

Pasada media hora, un pequeño paro en la producción. Se pedía a toda la plantilla que limpiase el puesto de trabajo y volviera a familiarizarse con el mismo.

Era a partir de ahí cuando ya se empezaba a trabajar a un ritmo normal... pero habiendo tenido unas cuantas consideraciones de seguridad por delante.




Que solo los gatos tienen siete vidas!!!!!!


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